jueves, 20 de abril de 2017

Neuroeducación cuidado con los mitos. Un artíuclo de MICHELE CATANZARO.

Inteligencias múltiples, estilos de aprendizaje, estimulación temprana, hemisferios cerebrales predominantes, tiempos de atención... Estas expresiones les suenan mucho a los padres que acaban de salir del tour de force de las visitas a guarderías, colegios e institutos, para preinscribir a sus hijos en su escuela preferida.

Hay escuelas que hacen bandera de fundamentar sus métodos en el funcionamiento del cerebro. Pero neurocientíficos y pedagogos llevan años alertando de que algunos de esos conceptos carecen de base científica. En algunos casos, los experimentos ya los han desmentido e incluso han apuntado a que pueden ser dañinos, si se toman demasiado al pie de la letra.

[...] «Los laboratorios son sencillos, porque podemos controlar todas las variables, mientras que las clases son complejas», Daniel Willingham, profesor de psicología cognitiva de la Universidad de Virginia y asesor de Obama.

[...] un estudio llevado a cabo en cinco países en el 2014 reveló que muchos profesores siguen creyendo en ideas desacreditadas experimentalmente: el 49% creía que usamos solo el 10% de nuestro cerebro, el 77% que los ejercicios de gimnasia cerebral mejoran el aprendizaje, el 80% que cada alumno tiene un hemisferio cerebral dominante, y el 96% que se aprende mejor si se recibe la información en el estilo de aprendizaje favorito (visual, auditivo o cinestético).

[...] «Sería equivocado decir que las neurociencias no tienen nada que decirle a la educación. Pero la mayoría de los hallazgos son preliminares», 

[...] En algunos casos, los neuromitos se acercan al esperpento. La gimnasia cerebral consiste en una serie de movimentos (gateos, bostezos, maneras especiales de beber el agua) que supuestamente activan y compensan los hemisferios del cerebro. Tocarse la rodilla izquierda con el codo derecho y viceversa influiría en la ortografía. Apoyarse la mejilla en el hombro mientras se estira un brazo, por el contrario, influiría en las matemáticas. Los promotores del programa emplean lenguaje neurocientífico y citan estudios. Sin embargo, desde hace una década, los estudios sistemáticos no han detectado ningún beneficio mesurable importante. Es posible que los beneficios que algunos profesores asocian al programa se deban al sencillo hecho de llevar a cabo actividad física.

[...] «El efecto Mozart [la teoría según la cual se aprende más escuchando cierta música] se propuso en 1993 en un experimento único, que nunca se replicó. Pero a la gente le encanta pensar que la inteligencia se puede aumentar con acciones sencillas»

[...] «La neurociencia nos demuestra que la inteligencia es flexible, como lo son casi todas las habilidades de nuestro cerebro. El cerebro es como un músculo: con práctica, se refuerza», «Las personas que creen que su inteligencia es fija tienen miedo a fallar, porque demostrarían que no son inteligentes. En cambio, las personas que estiman que sus habilidades cognitivas se pueden mejorar con esfuerzo, se lanzan y aprenden. Es la diferencia entre decir ‘yo no soy bueno en mates’ y ‘yo no soy bueno en mates todavía’».

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