lunes, 31 de octubre de 2016

Entrevista a JOSEP MARÍA ESQUIROL. FILÓSOFO. “A pesar de los avances, la ciencia no va a resolver el sentido de la vida”. El filósofo propone en 'La resistencia íntima' la vuelta a casa y elogia la cotidianidad.

Profesor de filosofía en la Universidad de Barcelona y autor de varios ensayos, Josep Maria Esquirol (Sant Joan de Mediona, Barcelona, 1963) acaba de publicar La resistencia íntima. Ensayo de una filosofía de la proximidad, (Acantilado en español y Quaderns Crema en catalán) donde propone la vuelta a casa, el elogio de la cotidianidad y la resistencia al “dogmatismo de la actualidad”, con la casa, el hogar, como metáfora central.

Pregunta. Usted dice que urge “repensar la comunidad más allá de la unidimensionalidad neoliberal, la abstracción comunista o las restricciones del comunitarismo”. ¿La resistencia íntima apunta a una lectura política?

Respuesta. Tiene que ver con la vida cotidiana, profesional, personal, antes de lo que sería luego la política. Los cambios políticos son fecundos no sólo cuando son estructurales sino también infraestructurales y compaginan las dos dimensiones: la vida pública y la vida personal, de la cotidianidad, de las relaciones con los demás. En este terreno también debe haber un cambio para que después los cambios propiamente políticos puedan sostenerse. Pensé La resistencia íntimacomo prefacio a una reflexión sobre la vida política, que he ido posponiendo siguiendo el parecer de algunos grandes filósofos que sostienen que el pensamiento político debe expresarse más bien en la madurez o incluso en la ancianidad, porque es el que requiere mayor experiencia.

P. Así que aún habrá que esperar mucho, pues usted aún es joven…

R. No tardaré demasiado porque empecé joven y ya llevo casi treinta años explicando pensamiento político en la Facultad de Filosofía: así que, en cierto modo, ya debería haber alcanzado esa madurez, espero.

P. “Evitemos buscar siempre lo extraordinario, admirémonos de lo simple y llano y aprendamos a apreciarlo porque desde cierto punto de vista es lo más sublime de todo”. ¿Es una crítica al romanticismo, que valora lo heroico, lo extremo, lo insólito?

R. Sí que hay un contraste con ciertos planteamientos románticos. Pero mi referente más cercano sería el del existencialismo o el de algunas divulgaciones del existencialismo, en las cuales se ha puesto demasiado énfasis en la idea de proyecto y por lo tanto de la realización personal y de éxito. Se insiste en que la vida es proyecto y, por tanto, se busca una realización, una expansión, una cierta aventura, lo nuevo, lo especial, lo singular. Y, desde luego, el éxito, conseguir lo que uno se propone. Frente a ello me parece muy necesario reivindicar la profundidad del gesto cotidiano. Hay cosas que no por repetirse son banales. En lo cotidiano hay mucha sedimentación, hay una riqueza que no puede menospreciarse…

[...] P. Habla usted de “Resistencia íntima”, de “Volver a casa”, del valor de la cotidianidad, de “Lo sencilla que es la vida”, de la importancia del “amparo” y de “cuidarse”. ¿Habla de “amparo” porque la naturaleza humana está especialmente desamparada en este momento nihilista y tecnológico?

R. El gesto de amparo, que es el gesto de la casa —porque “casar” es reunir, y hacer casa— es la idea de hogar, de franqueza. Esto es casar. Y esa necesidad de hacer casa no es relativa sólo a una época, porque la misma situación humana es de intemperie. Intemperie física pero también metafísica: de falta de sentido. Como vivimos en la intemperie hemos de reunir, amparar, casar. Se ha hecho siempre, aunque es cierto que cada época tiene unas modalidades específicas de exposición y, evidentemente, la nuestra se caracteriza por esta revolución tecnológica sin precedentes… CONTINUAR LEYENDO
Fuente: cultura.elpais.com

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