miércoles, 25 de noviembre de 2015

Leer a los clásicos, por Carlos García Gual. Universidad Internacional de La Rioja.

Si la literatura es, como pensamos, no sólo una senda para admirar un paisaje, sino un medio pasa interpretar y conocer el mundo, y las personas que lo pueblan, y las pasiones, ilusiones y emociones que las agitan, y la grandeza y debilidad de los seres efímeros en su extraña variedad y en su íntima estructura patética, y para saber de nosotros mismos, más allá de las circunstancias y las apariencias superficiales y cotidianas, más allá del mero presente banal, los clásicos son las raíces de ese árbol de tan extensas ramas y de infinitas hojas. En esa antropología cultural -como han señalado filósofos de la cultura como E. Cassirer y H. G. Gadamer-, los clásicos tienen un papel central y ellos nos enseñan a observar en profundidad la belleza y extrañeza del mundo y de los seres humanos, e imponen sobre la fragilidad de lo efímero un sutil y apasionado testimonio que, como un espejismo, nos consuela porque parece hablar de algo perenne, más allá del olvido.

Estamos hechos de la misma materia de los sueños, efímeros, desdichados, fugaces, errantes. Por eso nos reconforta ir más allá de nuestro limitador presente para conversar con algunos maestros en el arte de pensar, sentir, y soñar: que son nuestros silenciosos amigos, nuestros clásicos.


Fuente:Nueva Revista de Cultura, Política y Arte.

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