domingo, 11 de octubre de 2015

Las palabras hieren. Mary Beard se ha convertido en una luchadora contra un sistema ante el que nos sentimos desarmadas

El caso de Mary Beard es paradigmático. Lo seguí hace un año, cuando varios medios, The New Yorker, The Guardian o la BBC se hicieron eco de una conferencia que esta prestigiosa investigadora del mundo clásico, profesora de Cambridge, colaboradora del TLS e infatigable divulgadora de la vida en la Antigua Roma, impartió en el British Museum. Tenía por título Oh Do Shut Up Dear (Venga, cállate, querida) y en ella la autora hacía un prolijo recorrido a través de la historia de cómo los hombres han tratado de callar la voz de las mujeres. De la Odisea a su propia experiencia, porque Mary Beard, una señora de 60 años que lleva casi toda su vida estudiando detalles sorprendentes sobre las sociedades antiguas, se convirtió de pronto en una celebridad televisiva a través de Meet the Romans, un programa divulgativo que le enseñó con sangre cómo nuestra naturaleza no es menos agresiva que la de aquellos viejos imperios que hoy tenemos por más crueles. Su programa provocó un aluvión de críticas insoportable. Lo extraordinario es que esas críticas no se referían al contenido en sí sino a su aspecto físico. Nuestra profesora tiene un aire no diferente al de muchas eruditas entregadas desde su tierna juventud a los asuntos intelectuales: luce una alocada melena blanca, sus dientes son llamativos por su irregularidad, se permite detalles excéntricos en el calzado o las gafas, y, lo que ha resultado más indignante para algunos, muestra un impactante aplomo en su lenguaje corporal. A ella le importa un pimiento no ser bella, pero no así a algunos críticos televisivos que, ignorando las enseñanzas que generosamente pretende difundir, se dedicaron desde el principio a describir la vestimenta poco cool de la sabia dama. Con más crudeza aún se refirió a ella la jauría tuitera, en donde los comentarios sobre su supuesta fealdad abundaron. CONTINUAR LEYENDO
Fuente: El País

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